El Nuevo Paisaje de la Investigación Científica y la Geopolítica en la Era Trump.

Por : Comunicacion Eventos

Dr. Luis Raúl Valdés Guerrero
PTC de Investigación

La investigación científica es una actividad que no puede entenderse por fuera de la dinámica económica, cultural y política de la sociedad en la que se desarrolla. Las y los científicos son influidos por las pasiones y preocupaciones de su época, y los proyectos de investigación reflejan el intento por resolver las problemáticas más apremiantes que vive una época en lo referente a la relación entre el humano y la naturaleza, el conflicto social y la reproducción de las relaciones económicas. Es por ello que el desarrollo acelerado de la ciencia en determinadas regiones del mundo se ha acompañado del auge económico, político y militar de una sociedad particular.

         El conocimiento es poder, por lo que una preocupación de las élites de los países económicamente más desarrollados ha sido la creación de instituciones que estimulen la investigación científica y la innovación técnica. Un indicio de esta dinámica se observa en la evolución de las lenguas en las que la ciencia se ha escrito. Hasta fines del siglo XVIII y principios del XIX, los tratados científicos eran escritos en latín, hasta que el auge de Francia como potencia hegemónica hizo del francés el idioma de los intercambios intelectuales. El último cuarto del siglo XIX y las primeras décadas del XX fueron testigos del ascenso de Alemania como nueva potencia industrial y del uso cada vez más amplio de la lengua germana en textos de ingeniería, física y química. Recuérdese que la teoría de la relatividad de Albert Einstein fue publicada en 1916 bajo el título “Die Grundlage der allgemeinen Relativitätstheorie”. La derrota de Alemania en las dos guerras mundiales y el ascenso de los Estados Unidos y la Unión Soviética como las dos grandes superpotencias, hicieron desaparecer el uso del alemán como principal lengua científica, siendo sustituida por el ruso y el inglés. A partir de la desintegración de la URSS y de sus regímenes satélites, a inicios de la década de 1990, el inglés se convirtió en la lengua hegemónica en todos los campos de la ciencia y los Estados Unidos aparecieron como la principal potencia científica y tecnológica en el mundo.

         En los últimos años hemos asistido a una nueva transformación en el paisaje mundial de la investigación científica, en la que la producción del conocimiento y la innovación técnica se están trasladando desde el eje del Atlántico Norte hacia el Oriente de Asia. Aunque la lengua en la que se comunica la ciencia sigue siendo el inglés, nuevos actores como China comienzan a desplazar a las antiguas potencias científicas.

Al igual que en otros momentos históricos, las raíces de este proceso se pueden ubicar en el impresionante desarrollo económico experimentado en esta región de Asia. Basta mencionar que ya desde 2014 China superó a los Estados Unidos como la economía con el mayor PIB del mundo, medido a paridad de poder de compra. El crecimiento económico se ha acompañado de un gran impulso a la innovación científica y tecnológica que se refleja en los prototipos de computadora cuánticas, como Jiuzhang III  y Zuchongzhi 3.0¸el desarrollo del modelo de IA DeepSeek, comparable a GPT-4, pero que ha sido desarrollado a un bajo costo; o el éxito de la misión de la sonda Chang´e-6, la cual consiguió recoger muestras de 1,935 gramos en el lado oculto de la luna por primera vez en la historia.

         La emergencia de China como el nuevo hegemón científico y tecnológico es señalado en publicaciones como el índice de artículos de investigación publicado por la revista Nature en este año. Este ranking muestra el dominio de las instituciones de investigación chinas, las cuales representan ocho de las diez instituciones que encabezan la lista. De hecho, la Universidad de Harvard es la única institución estadounidense que se mantiene en el top diez de dicho ranking.

         La política de desarrollo científico y tecnológico china no es el único elemento que ha impulsado la transición del centro del sistema mundial de producción científica hacia Asia. La administración de Donald Trump ha provocado una crisis en el sistema de investigación científica estadounidense. El presidente Trump ha atacado las mayores universidades con el fin de tomar el control sobre su administración y la currícula académica. El presupuesto para el 2026 que ha propuesto Trump considera recortes millonarios a instituciones dedicadas a la investigación en materia de salud, ciencias básicas e ingenierías y hasta hace unos días se habían congelado fondos del gobierno federal por $2.2. mil millones dirigidos a la Universidad de Harvard.

El sistema de investigación científica estadounidense no sólo ha sufrido las políticas de otorgamiento de subsidios a los billonarios de ese país, financiadas con la desaparición de fondos para la ciencia, sino también por la política migratoria que ha caracterizado la administración de Trump. Las nuevas políticas migratorias han rechazado investigadores extranjeros en las fronteras, pese a la presentación de visas y documentos de otorgamiento de becas. Esta circunstancia, junto con la inversión de países como China, Corea y Singapur, que han invertido en instalaciones de última generación y en financiamiento para becas y proyectos, han creado fuertes incentivos para que los científicos que laboran en los Estados Unidos, o que planean hacerlo, se decidan por otros lugares para desarrollar sus investigaciones.         Si la tendencia continúa, en los próximos años los Estados Unidos podrían quedar fuera de la carrera por crear conocimiento de frontera en áreas estratégicas de las ciencias básicas y las ingenierías, con importantes repercusiones sobre la productividad, el crecimiento económico y las relaciones de fuerza en el mapa de la geopolítica.

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