“La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón.”- Howard G. Hendricks
El paso del virus SARS-CoV-2 deja muchas huellas en su camino, algunas más profundas que otras, y la estela de desolación es bastante larga y amplia, golpeando la sensibilidad de todo ser humano recordando su vulnerabilidad. Ahora, el proceso de regreso a clase expone a todos en medio de un mar de tormentas, sobre todo incertidumbre que se caracteriza por el encuentro de emociones opuestas y hacen más difícil tomar una decisión sobre la vuelta a las aulas.
El regreso a clases se viste de alegría por la necesidad de convivir nuevamente con nuestros compañeros y maestros; la emoción engrandecida de iniciar un nuevo semestre porque significa la continuación, el recorrer los edificios que de un momentos a otro dejamos por un largo tiempo, los nervios de saber las condiciones de las clases ante nuevas formas de estudio y aprendizaje, la incertidumbre de encontrarse o recordar el rostro de compañeros y maestros, ahora un poco más difícil de reconocer por el uso de cubrebocas, ya que la sonrisa o el desagrado está debajo de éste, siendo que lo único visible son los ojos, aplicando entonces con más ahínco que antes, el refrán que dice que los ojos son las ventanas del alma. La convivencia ha cambiado, ya no se puede abrazar o simplemente dar la mano para como muestra de afecto; seguimos estando en una situación de restricciones.
“Un proceso de cambio que no hemos terminado de comprender.”
En ocasiones sentir estrés por los letreros que diariamente dicen las medidas de higiene y el pensar que si fallamos puede tener consecuencias; también un sentimiento de constante preocupación por la casi absoluta inevitabilidad del contagio y quizá posiblemente escuchar que debamos irnos por un mes más; también la tristeza de saber que compañeros ya no continuaron por diversas circunstancias, el volver estar tras una pantalla, sin tener contacto con los demás, es un proceso de cambio que no hemos terminado de comprender.
Hoy en día, debemos crecer con nuestras incertidumbres y avanzar con la esperanza de superar cada vez más la situación actual, aún no queremos rendirnos y colocamos nuestro mejor esfuerzo en aquello que el virus no nos puede arrebatar, nuestra esperanza, nuestra confianza en nosotros mismos y los esfuerzos de los demás.
Elaborado por:
Mtro. Manuel Alejandro Puerto Suspes
Egresada en Psicología. María Odette Segura Romero