La característica fundamental de la inclusión es propiciar espacios y atender las condiciones físicas, psicológicas y sociales de la diversidad de todos los miembros de la comunidad. Adicionalmente, en el contexto educativo, implica la enseñanza y/o sensibilización de todas las personas que conforman el claustro académico; la diversidad merece un abordaje psicopedagógico, así como político, organizativo, socioeconómico, entre otros que minimicen las brechas de la desigualdad y la inequidad.
La universidad es un reflejo de la sociedad en la que se desarrolla, por lo tanto, las implicaciones de trabajar la inclusión exceden los límites de la misma, de forma recíproca, los frutos de los esfuerzos realizados dentro de la institución académica pueden reflejarse, a su vez, en la sociedad en la cual se encuentra inserta. Por ejemplo, ejercer influencia e impacto en el contexto jurídico respecto a la elaboración de leyes y normas como es el caso de la ley general para prevenir y eliminar la discriminación (DOF 19.01.2023) y la ley general para la inclusión de las personas con discapacidad (DOF 06.01.2023).
Con base en lo anterior, la Constitución Mexicana relaciona a la inclusión con la no discriminación y el respeto por los derechos de todas las personas respectivamente.
Actualmente las políticas de inclusión se han desarrollado principalmente alrededor de las discapacidades y el género o la orientación sexual, sin embargo, es necesario establecer que la inclusión no es particular de una condición biológica y/ ideológica, sino que justamente aboga por la diversidad en el más amplio sentido, es decir, se habrá de tomar en cuenta la edad, las condiciones económicas y culturales, entre otras.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO (2007), establece pautas necesarias para trabajar la inclusión en las instituciones educativas: dar lugar a la diversidad antes que a la homogeneidad, identificar y minimizar las barreras que impidan el ingreso, estancia y participación en la institución, así como la revisión constante de los programas implementados en relación a las características culturales y sociales que se encuentran en constante modificación.
Lo anterior refleja un desafío para a universidad dado que implica la transformación gradual, puntual y constante en los niveles de enseñanza, aprendizaje, administrativos y arquitectónicos, conformados en mayor medida por los programas, los recursos humanos y físicos y los valores asociados a la implementación de condiciones de inclusión. Orozco y Molina (2020) recalcan que cada avance debe estar acompañado de la respuesta eficiente del sistema educativo ante las diferencias sociales, económicas, geográficas, lingüísticas, culturales e individuales.
Por lo tanto, el primer paso para la inclusión es conocer qué sucede en la institución educativa universitaria, cómo están establecidos sus protocolos de acción, cuáles son las condiciones que se ofrecen a la comunidad, cuáles son las deficiencias y necesidades desde la infraestructura hasta lo inmaterial para dar paso a la confección de nuevas herramientas y la modificación de las ya establecidas, tomando en cuenta a cada miembro de la comunidad.
Entre las principales problemáticas está a) el acceso a la educación universitaria, por lo que se deben observar los elementos de ingreso para la comunidad interesada; 2) apoyo al desarrollo académico, que implica las necesidades específicas ya sean físicas, lingüísticas, materiales, económicas de la comunidad: y 3) la formación, sensibilización e investigación, enfocada en los encargados de fomentar la inclusión como prestadores de ese servicio, al respecto la capacitación y/o la identificación de los talentos es indispensable para su aprovechamiento.
En conclusión, la universidad debe hacer un esfuerzo conjunto por elaborar con detenimiento cada una de las estrategias a fin de que la acción en un primer nivel tenga continuidad en los siguientes y no se trate de un trabajo sesgado o limitado por las propias condiciones del ambiente universitario. Cada miembro de la comunidad debe tener el derecho de gozar de los beneficios que pretenden las políticas inclusivas, sobretodo, debe entenderse como una tarea constante que requiere revisiones y modificaciones a fin de adaptarse al cambio social.
Orozco, L. y Molina, L. (2020). La inclusión universitaria: una realidad educativa inacabable. Revista Q 11(22), 286-298.
https://repository.upb.edu.co/bitstream/handle/20.500.11912/8123/La%20inclusi% C3%B3n%20universitaria.pdf?sequence=1&isAllowed=y
García-Cano, M., Buenestado, M., Gutiérrez, P., López, M. y Naranjo, A. (2017). Apuntes para la inclusión en la comunidad universitaria. Colección Diversidad, Universidad de Córdoba. https://blogs.comillas.edu/fei/wp- content/uploads/sites/7/2018/02/ApuntesInclusion-QUE-ES-UNIVERSIDAD- INCLUSIVA.pdf
Martínez, Y. (2022). Inclusión educativa desde la universidad. Ediciones Octaedro. https://octaedro.com/wp-content/uploads/2022/02/16329.pdf
Elaborado por: Arely Carolina Nuñez Loeza Manuel Alejandro Puerto Suspes